miércoles, 23 de julio de 2008

Música en la Kafetera

Música Sepúlveda


Domingo 3 de agosto de 2008

Por Beatriz Michell / La Nación Domingo
Director ejecutivo de Human Right Watch, José Miguel Vivanco


“La expulsión de María Música es desproporcionada”

“Expulsar a un estudiante, sobre todo de un colegio que pretende establecer un precedente de una conducta, es un error. Esto se va a deformar de tal manera que los estudiantes van a solidarizar con alguien que hoy pasa a ser una víctima”.

Esta semana expulsaron a María Música Sepúlveda del Liceo Darío Salas. La niña que protagonizó el jarrazo contra la ministra de Educación y que un mes antes había sido golpeada brutalmente por Carabineros mientras desalojaban la toma de su establecimiento. La misma que hoy está sin colegio y con una demanda en su contra por "atentar contra la autoridad".

El chileno José Miguel Vivanco, director ejecutivo de Human Right Watch para las Américas, asegura que María Música debía ser sancionada, pero que la pena que recibió es demasiado dura y no educa. De hecho, la adolescente hoy es una bandera de lucha y sus compañeros ya han salido a las calles para protestar por la expulsión.

¿María Música tenía que ser sancionada por tirarle agua de un jarro a la ministra?

A mí me parece que una conducta como la de esta chica tiene que ser interpretada dentro de lo que las cortes internacionales llaman "lo que es culturalmente específico". En otras palabras, cada país tiene una manera de reaccionar. Hay sociedades muy tolerantes con este tipo de conductas y otras menos tolerantes, pero hay un margen de maniobra. En mi opinión, el consenso es que esta conducta debe ser sancionada, porque no es una conducta permitida, pero hay que sancionarla proporcionalmente.

¿Y la expulsión es una sanción proporcionada?

Me parece que es bueno y valioso que se restablezca el principio de autoridad y que se entienda que una conducta de esa naturaleza es socialmente reprochable. No penalmente, ni civilmente. Y a mí me parece que la sanción de expulsión es totalmente desproporcionada, y más aún la demanda civil que interpusieron en su contra.

¿Cuál habría sido un buen castigo?

Que el colegio le diga: señorita, usted ha hecho algo que no corresponde. Eso no puede quedar como una conducta socialmente permitida, pero la expulsión es una sanción que corresponde a otro tipo de conductas. Podrían haber optado, por ejemplo, por la suspensión. Algo que deje con toda claridad reafirmado el principio de autoridad.

Después de esta sanción los compañeros de Música salieron a defenderla con más fuerza.

El expulsar a un estudiante, sobre todo de un colegio que pretende establecer un precedente de una conducta, es un error. Esto se va a deformar de tal manera que los estudiantes van a solidarizar con alguien que hoy pasa a ser una víctima. Si ella hubiese sido objeto de una sanción proporcionada, hubiera quedado claro que esa conducta no era permisible y que en el futuro los estudiantes deben pronunciarse de una manera distinta.
Los estudiantes justifican el "jarrazo" por la represión que han sufrido por parte de Carabineros
Son dos temas distintos. Que uno haya sido objeto de excesos por parte de la fuerza pública no significa que uno tenga licencia para tirarle un vaso de agua en la cara a una autoridad. Esa es típicamente una expresión de frustración y de rechazo. Es inequívoca de malestar y de desacuerdo.


¿Servirá esto para que las autoridades tomen más en cuenta a los estudiantes?

Ojalá que sirva para eso, pero también es importante que los estudiantes aprendan a expresarse. Todas estas conductas están protegidas bajo el principio de la libertad de expresión. Sin embargo, la libertad de expresión no es un derecho absoluto, tiene sus límites. //LND

En pedir... ¿no hay engaños?

Proliferan paros y huelgas y gentes pidiendo lo que alguna vez creyeron alcanzar con facilidad. Pero no…el trasvasije de platas de unas manos a otras merced a la acción del estado no será algo fácil de lograr y quizás no tenga mucho sentido hacerlo por un simple decreto reajustando alguna partida salarial.

Se han abierto puertas para el diálogo social, pero hay una delgada línea que separa el intercambio constructivo de la subida por el chorro y la intolerancia. El estado puede duplicar y triplicar su presupuesto y las mejoras nunca podrían notarse si no van acompañadas de una transformación en cómo se gestionan los recursos y cómo llega la acción de los funcionarios públicos hasta el más humilde de los usuarios. Hay mucho que re-educar para poder servir bien. Los consultorios y postas del país no son el mejor ejemplo del trato hacia las personas. He estado ahí y lo he visto con mis propios ojos y también lo he experimentado en carne propia. Lo mismo vale para otras reparticiones públicas. “¡¿Cómo voy a atender bien si me pagan una miseria?!” es lo que se escucha a menudo. Esto es cierto, pero sólo parcialmente. Si mañana te suben el sueldo ¿tratarás automáticamente bien al que hoy degradas o le muestras indiferencia?.

Hay mucho más que cambiar que una simple liquidación de sueldo, aunque esto último sea algo básico. Me gusta que haya un poco más de agitación en este Chile que dormitaba como después del almuerzo. También el que se discuta el presupuesto, el modelo económico o si el estado debe garantizar sólo igualdad de oportunidades o si tiene que ir un poco más allá... Lo que sí está claro es que el estado no volverá a ser el gran empleador de antaño, ni tampoco aquel desde donde han de partir todas las soluciones. Instaurar una nueva forma de diálogo en donde lo central no sea sacar el máximo de provecho en el más corto de los plazos se hace absolutamente necesario para que los pequeños avances de hoy continúen y se amplíen mañana.

Kronos

martes, 22 de julio de 2008

Malditismo y Waits*



Hay una actividad que otorga a los humanos más superioridad en el error que a los animales. Es la generalización. Los animales -decía George Eliot- no generalizan y en eso, al menos, nos aventajan. Generalizar: lamentable error. Error de la audacia y de la apuesta. Jugársela, al fin y al cabo. Si aciertas generalizando, aciertas muchísimo; pero si te equivocas, te equivocas del todo y la pifia es prodigiosa. Por tanto, hay que ser prudente. Todo ello nos habla de una vida humana ajena a cualquier precisión, cuya única regla está constituida prácticamente en su totalidad por excepciones. George Eliot lo sabía bien. ¿Cómo no iba a saberlo si con ese nombre era una señora?

Cambiar es lo único que me divierte*


Cuando era un niño, a Lucio Dalla (Bolonia, 1943) le gustaba contemplar en invierno los tejados nevados de su maravillosa ciudad, a la luz de la luna. Ese recuerdo le ha servido para titular su último espectáculo La Neve con la Luna, que presenta hoy en Madrid.
Dalla, un nombre ligado a éxitos de las dimensiones de Caruso, un tema del que se han vendido 50 millones de copias en el mundo, regresa después de 18 años de ausencia de los escenarios madrileños con este concierto, basado en su último disco, Il contrario di me, al que añade algunos viejos éxitos. "En Madrid pienso introducir también temas míos que han cantado Ana Belén, Víctor Manuel o Joaquín Sabina, porque la gente los conoce bien". La voz intensa de Dalla se escucha a través del teléfono mezclada con ruidos urbanos. O más bien, marinos, porque el artista habla desde su barco anclado en Taormina (Sicilia).
"Cambiar, hacer cosas diferentes, es lo único que me divierte", reconoce el maestro en esta entrevista en la que se declara votante de izquierdas y amigo de Berlusconi. "No creo que hoy día la derecha represente el poder, ni la izquierda la fuerza que lo combate", puntualiza. Dalla, un artista en perpetua ebullición creativa, se declara también un entusiasta de su pasado. "Incluso de las cosas malas que me han ocurrido. Al final lo bueno y lo malo se mezclan. Todo es lo mismo".

*Introducción a la entrevista.