domingo, 24 de agosto de 2008

Sobre Raymond Carver*



Recuerdo perfectamente cuando murió Raymond Carver. Hace veinte años, tenía veinte años (o dieciocho, que da más o menos lo mismo). Me recuerdo por entonces, escondido en mi abrigo, disfrazado de mí mismo, enceguecido por el esmog tratando de que los barbones que atendían en la librería Mimesis al mismo tiempo me vieran y no me vieran, me hablaran y me dejaran en paz. Corría sin que nadie me persiguiera, no tenía amigos y me inventaba a solas enemigos para que me entibiaran el pecho las tardes de invierno. Todo era invierno, me acuerdo, en esa época; todo era triste, callado, sutil hasta el asco. Tenía ganas pero no sabía de qué; sentía como nunca he vuelto a sentir, que era íntimo de todos, hermano de cualquiera. Me despedía casi con lágrimas de cada micro llena que abandonaba a duras penas la vereda de la Alameda.


Sólo Carver y su maestro Chejov me ayudaron a soportar los tecitos quemantes de la sala de profesores. Sólo ellos me hicieron sentir que mi tartamudeo de estudiante en práctica podía tener algo de literario. Sólo ellos sabían que había poesía en los asados, en los divorcios, en los días feriados, que mi rol no era gritar mi soledad sino escuchar, escrutar la soledad de los otros. Gracias a Carver pude dejar de fingir que me había gustado el Almuerzo desnudo, de Burroughs, y renuncié a Artaud, y denuncié a Derrida. Reemplacé feliz el delirio por el detalle, el quiebre por la comprensión, el discurso por la descripción, las metáforas por las epifanías.


Hoy me parece esa fe casi tan dogmática como la anterior. El cuento perfecto, el cuento conciso que sugiere más de lo que dice me parece ahora una forma refinada de castración. La realidad que he aprendido con el tiempo es todo, menos minimalista. La ingenuidad de Tolstoi me parece cada vez más sabia que la lucidez de Chejov. El que ve con microscopio no creo hoy que vea más que el que ve con telescopio, y menos que el que renuncia a esos aparatos y decide usar sus propios ojos para escrutar el paisaje en panorámica. No respeto a los que cuentan menos, los que sugieren más, porque creo firmemente que nuestras vidas se parecen, para el que tiene la valentía de seguirla hasta el final, más a Ana Karenina que a "La dama del perrito".


Por lo menos, Chejov escribió esas obras de teatro que rompen todo molde, que se atreven a lo improbable, que son a su manera monstruosas, y por eso imprescindibles. El gran escritor ruso se concibió a sí mismo siempre como un médico frustrado; los melindres y mentiras del arte le fueron gloriosamente indiferentes. En Carver, en cambio, reconozco de manera demasiado patente las ganas de ser escritor y hacer literatura. Los cuentos de Carver son la mejor literatura de taller literario que pueda concebirse, pero sigue siendo sólo eso. Historias terribles, pedazos de vidas apagadas y recortadas por el buen gusto. Conmueve pero ya no me mueven, me emocionan pero ya no conmocionan. No quiere, como Chejov quería, como Tolstoi lo intentó, cambiar el mundo, denunciar la barbarie, comprender la realidad, destrozar ídolos, investigar a los amigos, sino mostrarnos barcos en botellas, y nieve que cae solo como pelotas de cristal.Me doy cuenta, con alivio, de que quizás lo que ya no me gusta tanto de Raymond Carver no es de él, sino de Gordon Lish, el mítico editor que recortó severamente sus cuentos, cambiando cada vez que pudo los finales. Según denuncia Alessandro Baricco, una y otra vez el editor acabó con el sentimentalismo, con las explicaciones, con los adjetivos demasiado vistosos de los textos de Carver, inventando a tijeretazo eso que llamamos minimalismo. No cabe duda de que le permitió a Carver llegar a la gloria más rápido, pero quizás le prohibió realmente llegar al fondo de sí mismo.Domesticó a la bestia, al alcohólico pobre y desheredado que venía del centro de los Estados Unidos y lo hizo legible y querible para los lectores del New Yorker. Inventó Lish una originalidad estándar que se convirtió muy luego en una nueva forma de academicismo y puritanismo.


Para mí releer a Carver es hundirme de nuevo en esa severidad, en esa sordera de mis veinte años. Es el miedo ante esa vida adulta que empieza a dos metros tuyo. El horror y el placer con que ven los novios, antes de casarse, la banalidad conyugal, los niños, el trabajo y la muerte. Leer a Carver es preguntarse cómo sólo esos novios pueden darse el lujo de preguntarse: ¿de qué hablamos cuando hablamos de amor?
De amor, respondemos los adultos. De amor hablan siempre los que hablan de amor. De amor simplemente, aunque ese simplemente no tiene nada de simple. Pero ésa es otra historia, pero ésa es justamente toda la historia.


*Veinte años,Columna de Rafael Gumucio, El Mercurio,10 de agosto 2008. Foto internet aparecida en Descontexto.blogspot.com

sábado, 16 de agosto de 2008

"Mente es un término tabú en ciencia"

Entrevista a Manuel Martín-Loeches

El psicobiólogo mezcla genética, psicología y lenguaje en La mente del 'Homo sapiens'

El cerebro, se suele repetir, es todavía la gran incógnita, el desafío pendiente de la ciencia, junto con el espacio y los fondos abisales marinos. En los últimos años, y de la mano de las modernas técnicas de neuroimagen, el cerebro ha empezado a revelarnos tímidamente secretos de su funcionamiento hasta ahora ocultos. Es, sin duda, una de las incógnitas más apasionantes y seductoras para todo el que, como Ramón y Cajal, siente una vivísima curiosidad por lo que él llamaba "la enigmática organización del órgano del alma". Y sigue preguntándose por lo que éste tiene de particular; lo que nos diferencia de nuestro pariente cercano el chimpancé -con el que compartimos tantísimos genes-, o de los extinguidos neandertales a los que cada día descubrimos más cercanos a nosotros. En definitiva, qué es lo que nos hace humanos.

"Yo no considero que fuera un gran salto genético. Simplemente se pudo manejar más información"
"La gente confunde la mente con la consciencia, pero en la mente hay cosas que no son conscientes"

Y en este jardín florido nos introduce el psicobiólogo Manuel Martín-Loeches en su nuevo libro La mente del 'Homo sapiens', para sumergirnos en esa especie de magma en el que biología, genética, psicología, lenguaje y emociones se amalgaman para llegar a algo que, con perdón de los ortodoxos, solemos llamar mente. Martín-Loeches, 44 años, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y responsable del área de Neurociencia Cognitiva del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos (UCM-Instituto de Salud Carlos III), da pistas con el subtítulo El cerebro y la evolución humana, de por dónde van los tiros.

PREGUNTA. Por cierto, ¿qué es la mente?, porque habla mucho del cerebro y muy poco de la mente.

RESPUESTA. Trabajamos con conceptos que no están bien definidos y términos como mente, pensamiento o cognición se utilizan con mucha alegría. Mente es un término tabú en ciencia, cuando yo estudiaba estaba prohibido. Hablando del libro con amigos, les decía, si me vieran mis profesores me excomulgarían por utilizar la palabra mente... Es algo que en psicología no se debe mencionar, hay que ir al proceso concreto del que se habla, memoria, inteligencia, atención o lenguaje, pero la mente no se sabe qué es. Es verdad que la gente confunde la mente con la consciencia, pero en la mente hay cosas que no son conscientes.

P. Usted afirma que es el pensamiento, pero a continuación dice que no sólo...

R. Utilizo el término en el sentido que lo usa todo el mundo, como una especie de cajón de sastre. Cuando no hablamos del cerebro hablamos de la mente y metemos todo eso: ciencia, lenguaje, razonamiento, toma de decisiones, consciencia. Lo que no es cerebro es mente.

P. En su libro, tras diversas teorías de lo que nos hace humanos hay otros tantos "sí, pero", para concluir que sólo hay una suma de procesos, o sea, la evolución.

R. Exacto, lo que parece tan impresionante en realidad es un acúmulo gradual. Hay mucha gente que piensa que el que seamos como somos ahora se debe a que nuestra especie, que como los neandertales estuvo muchos años con una mente muy rudimentaria, de repente tuvo un chispazo y surgió el lenguaje, el arte, la religión... Eso lo desmiente el libro, ésa es la idea central y lo más novedoso.

P. Pero insiste en que, en cierto momento, hubo un salto genético que hizo posible la mente humana moderna. Ese gran salto genético, ¿en qué consistió?

R. Yo no considero que fuera un gran salto. ¿En qué consistió? La respuesta es muy sencilla, simplemente en que se pudo manejar más información.

P. En la famosa memoria operativa.

R. Sí, en la memoria operativa o de trabajo, la capacidad de trabajar con cosas en la mente. Al tener mayor capacidad podemos trabajar con cosas más complicadas. Un ingeniero espacial ha de tener una capacidad bárbara para poder trabajar con un montón de datos a la vez, anticipar fallos, etcétera. Eso, suponemos, no lo podrían haber hecho los neandertales, aunque tenían una tecnología muy avanzada y un cerebro muy grande, con capacidad para muchas cosas.

P. Ese pequeño gran salto que llevó a la mente moderna y nos hizo diferentes, ¿cuándo se produjo?

R. Se baraja que fue hace 30.000 o 40.000 años, aunque otros autores lo extienden a 80.000 años. ¿Por qué hemos sido los humanos durante millones de años como éramos y, de pronto, parecemos unos seres tan espirituales? Choca tanto que piensas que tuvo que haber algo que al final nos hiciera como somos, pero ese pequeño gran salto es una cosa más. De lo que sí hay evidencia es de que hace unos 80.000 años debió de surgir una población en el este de África que dejó alguna de las primeras muestras de lo que ya puede entenderse como arte. Esa población se dispersó por el mundo y llegó a Australia y Europa. Después no ha habido más migraciones importantes, la población que llegó entonces es la misma que hay ahora en muchos sitios y son mentes modernas. Ha seguido habiendo evolución, cambios genéticos, y se supone que hay algunos que afectan al cerebro, pero que no son definitorios de lo que es la mente moderna.

P. ¿Y qué es, desde su punto de vista, lo que define la mente moderna?

R. En primer lugar, la capacidad para procesar información, para entender más cosas a la vez y trabajar con ellas, la capacidad de memoria operativa, eso define nuestra mente. Somos la especie con más memoria operativa. A partir de ahí, si hablamos de la mente moderna, tenemos un mejor lenguaje, más complicado; y un mejor pensamiento, más capacitado para manipular información. Más inteligencia en definitiva. Términos como inteligencia, memoria operativa, pensamiento, se mezclan mucho en la literatura científica, incluso el de consciencia, pero yo intento simplificar poniendo por un lado el lenguaje y por otro el pensamiento, los pilares de nuestra mente moderna. Tendemos a pensar que lo importante es el lenguaje, pero sólo es una herramienta para comunicar la información, lo fundamental es el pensamiento, que es lo que mueve las ideas. El lenguaje nos ayuda a tener una teoría de la mente, quizá uno de los rasgos más distintivos de nuestro pensamiento, mucho más desarrollada que en otros animales. Y tenemos teoría de la mente en el momento en que somos capaces de reconocer que los demás piensan de una forma diferente.
P. Y todo eso radica en la corteza cerebral, la gran protagonista.
R. Es lo que dicen los datos, porque nuestra corteza cerebral ha aumentado, en relación con los chimpancés, cuatro o cinco veces de tamaño, mientras que otras partes del cerebro lo han hecho dos. Con la corteza sólo no hacemos nada, pero es la gran respuesta.

P. Aquí sí que el tamaño importa...

R. Efectivamente, un cerebro más grande es un cerebro más inteligente. A lo largo de la evolución ha ido aumentando de tamaño y con ello las neuronas, porque vienen determinadas por el número de tejidos (es una suma matemática: tantos por centímetro cúbico). Luego un cerebro con más centímetros cúbicos tiene más neuronas y es más inteligente.

Manuel Martín-Loeches. La mente del 'Homo sapiens'. Aguilar. Madrid, 2008. 256 páginas. 19,50 euros.
Babelia - El País.

domingo, 10 de agosto de 2008

Noticias



Evo Morales destacó que el referendo fue un "éxito"


El presidente de Bolivia, Evo Morales, destacó este domingo como un "éxito" el referendo sobre mandatos que se realizó en su país y elogió el comportamiento de la ciudadanía porque solo se registraron incidentes aislados durante la jornada.
El mandatario hizo las declaraciones en una sede sindical de la ciudad central de Cochabamba a donde se trasladó después de haber votado en Villa 14 de Septiembre, en la región cocalera del Chapare.
Morales dijo estar sorprendido por la "participación democrática del pueblo boliviano" después de que, a su juicio, hubo algunos medios de comunicación que trataron de "crear enfrentamientos".
"Se ha visto un sentimiento del pueblo boliviano hacia la democracia y un sentimiento de profundizar este proceso de cambio", dijo Morales al reiterar la importancia histórica del inédito referendo revocatorio celebrado este domingo en Bolivia.
"A partir de este momento el voto del pueblo boliviano no solamente es para elegir, sino también para revocar a sus autoridades", apuntó el gobernante.
En las siguientes horas, Morales se reunirá con sus ministros en La Paz para evaluar los resultados que los medios prevén difundir con encuestas en boca de urna a partir de las 18:00 hora local (22:00 GMT).
La Corte Nacional Electoral (CNE) ofrecerá los resultados oficiales y definitivos del referendo dentro de siete o diez días, aunque esta noche podrían conocerse ya algunos datos de escrutinio parcial
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Fuente: Cooperativa.cl