Anarquía, surrealismo y creatividad desde la volcánica Islandia: Banqueros que terminan en la cárcel, una sociedad civil que se cansó de los intermediarios y un partido de artistas, liderado por un comediante, que promete “trasparencia sustentable”, o trasparentar la corrupción. Ahora es alcalde de Reikiavik y pretende cumplir su promesa de campaña de construir un barco cárcel para encerrar a los banqueros corruptos. Un país que cayó brevemente en manos del FMI el año pasado, pero que bajo su nueva e improvisada primera ministra (ex azafata, lesbiana y 66 años), terminó de sacudirse el yugo financiero e imponer políticas extremas en defensa de sus ciudadanos. Todo esto le ha valido ser una nación catalogada por el gobierno inglés como parte del “eje del mal”. O como territorio de información liberada, con servidores de internet cargados de datos desclasificados de todo el mundo.