miércoles, 29 de diciembre de 2010

La revolución educacional de la derecha

Por Carlos Peña - Artículo enviado por Kronos


La reforma educacional propuesta por el gobierno tiene virtudes —los cambios al estatuto docente o el fortalecimiento de los directores son dos de ellas— pero también tiene vacíos severos.
Y como las ideologías se conocen mejor por lo que ignoran que por lo que declaran, esos vacíos revelan lo que de veras piensa la derecha en materia educacional.

Desde luego, el proyecto del gobierno elude un hecho obvio: el sistema escolar chileno está perfectamente diseñado para reproducir, con estricta fidelidad, la estructura de clases del país. En Chile hay grupos de escuelas ordenados deliberadamente por clases sociales. Los más pobres van a escuelas municipales o particulares subvencionadas; los de clases medias bajas a escuelas con financiamiento compartido; los hijos de las minorías con más ingresos a colegios particulares pagados. Para cada tipo de escuela —municipal, particular subvencionada, con financiamiento compartido, particular pagada— corresponde un tipo de familia seleccionado por nivel de ingreso.
Esa estructura —una rareza en la experiencia comparada— permanece incólume.
¿Por qué algo así se deja inmóvil? La razón es obvia: el sentido común de la derecha ve en la distribución por clases el resultado natural del esfuerzo personal y no la consecuencia de una estructura de distribución que favorece a una minoría. Siendo así ¿qué tiene de malo —piensa la derecha— dejar que la escuela transmita las ventajas familiares a los hijos?

La reforma también guarda silencio acerca de la educación pública.
Chile siempre ha tenido un sistema escolar de provisión mixta: en él enseñan entidades estatales y otras privadas de variada índole. Se trata de un rasgo valioso que se ajusta bien a la pluralidad de una sociedad democrática.
Hoy día, sin embargo, ese carácter mixto está en peligro: la educación municipalizada principia a cerrar escuelas, las familias migran al sistema particular subvencionado y a poco andar los proveedores privados anegarán la oferta. Y así, transitaremos de un sistema mixto a uno predominantemente privado.
La reforma de la que presumió Piñera también calla acerca de eso y elude fortalecer a esas escuelas que debieran ser el paradigma del sistema ¿Por qué? Es obvio, para la cultura de la derecha es preferible que las escuelas sean privadas: ellas son el brazo cultural de la familia y no, en cambio, el lugar donde se expresan los ideales de la comunidad política.

La reforma tampoco dice nada acerca de la educación preescolar.
La educación en la primera infancia —que significa sacar a los niños temprano del seno de la familia para incorporarlos a una institución educativa— permite disminuir las diferencias de cuna, libera a las mujeres de la división sexual del trabajo y estimula se incorporen al mercado laboral.
¿Por qué, a pesar de esas obvias ventajas, la reforma nada dijo acerca de ella?
De nuevo la explicación es ideológica.
Para un amplio sector de la derecha, la división sexual de roles es una cosa natural que no debe ser transgredida y la experiencia familiar es intrínsecamente mejor que cualquier otra experiencia. El estímulo a la educación preescolar contradice ese prejuicio y de ahí entonces su disposición a omitirla.

En fin, se encuentran los liceos de excelencia a los que la derecha abraza con fervor casi religioso.
Se trata de colegios en los que se permite seleccionar por rendimiento, agrupando así a los alumnos de mejor desempeño previo. Una vez efectuada la selección, se proveerá a esos establecimientos de mayores medios y recursos: se dará a los que tienen y se quitará a los que no tienen ¿A quién se le puede ocurrir que semejante mecanismo —que selecciona a los niños marcando tempranamente el destino de los que quedan fuera— puede ser justo y meritocrático?
A la derecha se le ocurre.
Ella piensa que todas las ventajas de la vida —desde el capital cultural al económico— son fruto del desempeño personal, un resultado de la voluntad y no de hechos sociales que haya que corregir.
Y a la realización de ese ideal lo llama revolución.

domingo, 19 de diciembre de 2010

De cómo ocultar 40 años 271 'picassos' en un garaje


Pierre Le Guennec, electricista y manitas que hizo chapuzas para el genio malagueño entre 1970 y 1973, relata cómo y por qué conservó escondidos durante 40 años centenares de dibujos, acuarelas, apuntes y 'collages' del pintor, valorados en más de 80 millones de euros.

El electricista jubilado Pierre Le Guennec tiene cara de buen tipo y pinta de persona a la que uno compraría un coche usado. Desde hace una semana se ha convertido en el manitas más famoso y perseguido de Francia: el lunes, por medio de un artículo en Libération, se supo que guardó durante 40 años 271 obras inéditas de Picasso en un rincón del garaje de su casa de Mouans-Sartoux, en el sur de Francia, a veinte kilómetros de Cannes, envueltas en una bolsa de plástico, según él mismo explica, al lado de sus herramientas de electricista y de un montón de cables viejos. Él asegura que se los regaló el pintor en 1973. "Y se conservaron bien", añade, con una sonrisa retraída, "a pesar de los ratones que hay ahí".

"No me imagino a Picasso regalando a su electricista 'collages' que no hubiera dado ni a Braque", dice Jean Jacques Nauer
Le Guennec -gafas con cordones, tirantes, camisa de leñador de las de hace treinta años- es muy tímido, hasta el extremo de que le cuesta explicarse. Habla a trompicones y esconde la cara con las manos en un gesto repetido de impotencia. Cuando se le comenta que los dibujos que él conservó tanto tiempo ocultos valen más de ochenta millones de euros murmura (aparentemente) abrumado por la cifra: "Esto no es posible. Esto me sobrepasa".

Para el abogado de los herederos de la familia Picasso, Le Guennec es un pillo mentiroso muy listo con cara de buen hombre que ha conseguido mantener en secreto y escondido un tesoro robado hace 40 años que ahora destapa para dejar una herencia a sus dos hijos y cuya impostura puede acabar con una condena de cárcel; para la abogada Evelyn Rees, de Cannes, sus defendidos, Le Guennec y su animosa y charlatana mujer Danielle, son simplemente una pareja humilde de ancianos que ha vivido siempre del escaso sueldo del marido (algo que corrobora la policía), reconvertidos de golpe en protagonistas de una historia tan inverosímil como cierta, de esas que solo pueden ocurrir en la Provenza, y que arrancó una mañana de 1970.

Artículo publicado por El País en su edición del 5-12 del 2010.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El Papel de la Prensa en los Documentos Revelados


Los internautas preguntan a Javier Moreno director de El País.


¿Quién toma una decisión como la tomada por EL PAÍS a la hora de publicar los papeles del DE-USA? ¿El Editor? ¿El director? ¿Interviene la Redacción de alguna forma?

La decisión la toma el director de la publicación. Es decir, la he tomado yo, como en última instancia todo lo que supone publicar algo en EL PAÍS. Quizá te genere alguna duda la traducción. Editor en inglés, como en executive editor o editor-in-chief, significa director. El editor en español es el publisher en inglés. La Redacción interviene, no de alguna forma, sino de forma fundamental: un periódico es siempre un trabajo de equipo. Es este caso, más todavía, claro.


Los internautas charlan con Javier Moreno director de El País. Publicado en la edición del 29 de noviembre del 2010. (No es posible linkear a la información).