domingo, 19 de diciembre de 2010

De cómo ocultar 40 años 271 'picassos' en un garaje


Pierre Le Guennec, electricista y manitas que hizo chapuzas para el genio malagueño entre 1970 y 1973, relata cómo y por qué conservó escondidos durante 40 años centenares de dibujos, acuarelas, apuntes y 'collages' del pintor, valorados en más de 80 millones de euros.

El electricista jubilado Pierre Le Guennec tiene cara de buen tipo y pinta de persona a la que uno compraría un coche usado. Desde hace una semana se ha convertido en el manitas más famoso y perseguido de Francia: el lunes, por medio de un artículo en Libération, se supo que guardó durante 40 años 271 obras inéditas de Picasso en un rincón del garaje de su casa de Mouans-Sartoux, en el sur de Francia, a veinte kilómetros de Cannes, envueltas en una bolsa de plástico, según él mismo explica, al lado de sus herramientas de electricista y de un montón de cables viejos. Él asegura que se los regaló el pintor en 1973. "Y se conservaron bien", añade, con una sonrisa retraída, "a pesar de los ratones que hay ahí".

"No me imagino a Picasso regalando a su electricista 'collages' que no hubiera dado ni a Braque", dice Jean Jacques Nauer
Le Guennec -gafas con cordones, tirantes, camisa de leñador de las de hace treinta años- es muy tímido, hasta el extremo de que le cuesta explicarse. Habla a trompicones y esconde la cara con las manos en un gesto repetido de impotencia. Cuando se le comenta que los dibujos que él conservó tanto tiempo ocultos valen más de ochenta millones de euros murmura (aparentemente) abrumado por la cifra: "Esto no es posible. Esto me sobrepasa".

Para el abogado de los herederos de la familia Picasso, Le Guennec es un pillo mentiroso muy listo con cara de buen hombre que ha conseguido mantener en secreto y escondido un tesoro robado hace 40 años que ahora destapa para dejar una herencia a sus dos hijos y cuya impostura puede acabar con una condena de cárcel; para la abogada Evelyn Rees, de Cannes, sus defendidos, Le Guennec y su animosa y charlatana mujer Danielle, son simplemente una pareja humilde de ancianos que ha vivido siempre del escaso sueldo del marido (algo que corrobora la policía), reconvertidos de golpe en protagonistas de una historia tan inverosímil como cierta, de esas que solo pueden ocurrir en la Provenza, y que arrancó una mañana de 1970.

Artículo publicado por El País en su edición del 5-12 del 2010.