Foto:Proyecto de Tadashi Kawamata
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Necesitamos más o menos espacio para sentirnos a gusto y también necesitamos ciertas características o cualidades de esos espacios.
Las ciudades nos determinan a través de su configuración espacial. Las instituciones públicas y las empresas organizan su forma concreta y el tipo de vida que desarrollaran las personas.
A su vez, a través de una propiedad podemos configurar un lugar de acuerdo a nuestras necesidades y preferencias. Para la gran mayoría se trata de espacios pequeños. Hay una buena parte de los ciudadanos que ni siquiera puede disponer de ese mínimo.
Más allá de nuestra propiedad ¿Cuánto espacio necesitamos para mantener nuestro derecho a la privacidad? Las casas pareadas son un contra-ejemplo de esto, lo son también muchos edificios de departamentos.
De todos modos en las ciudades elegimos ciertos lugares y de algún modo nos “apropiamos” de ellos, por eso me gusta ver la utilización que hace la gente de la plaza central en Valdivia, su constante presencia la sigue dotando de sentido.
Para un ciudadano es mejor que haya muchos espacios públicos disponibles y pocos vedados. Los parques son modélicos en este sentido. Es el mejor espacio para la convivencia armónica entre las personas y entre estas y la naturaleza. Los parques ocupan un buen lugar en mi biografía.
Si quisiéramos dar cuenta de la calidad de vida, podemos recurrir a una descripción de hechos en la vida de las personas, las familias, los barrios, los espacios públicos y no a una serie de índices y cifras más o menos manipuladas en el computador de un tecnócrata. El ejemplo paradigmático de esto es el Transantiago, el divorcio entre la experiencia de vida en el espacio físico y el análisis teórico de las instituciones de gobierno. Más allá, esa separación es parte de un sistema.
Cuando vivía en Madrid era estimulante ver el orgullo de muchos de sus habitantes por la cultura y la vida de la calle a diferencia de los poderosos que se parapetaban detrás de entornos lujosos pero acotados. Ejemplar es el caso de las cumbres gubernamentales en la ciudad. Las tanquetas protegían el Hotel Ritz, mientras los ciudadanos despreocupados caminaban por las calles. A veces una limosina escoltada hacía raudos “paseos” por las calles principales ¿Les estarían mostrando a los dignatarios la vida normal? Recuerdo como una trabajadora sexual avisaba a sus compañeras en medio de risas: ¡Chicas, chicas, ahí va el Clinton!
¿De cuánto espacio se hace cargo un ciudadano? Mientras más información tenga y más sensibilidad por lo que ocurre a su alrededor, su mirada(compromiso) abarcara un área más amplia y un mayor número de problemas.
A veces las decisiones fallidas de los gobiernos abarcan áreas naturales y urbanas, como el caso de lo ocurrido en Valdivia, una ciudad que se precia de su integración en un marco natural, su principal capital. En este caso el error compromete la salud de sus habitantes en cuanto se contamina la calidad de sus aguas, las que en buena parte son tomadas de los ríos para el consumo público.
Un gran error basado en una ignorancia profunda o peor aún, en una falta de respeto total por el entorno y las personas fue la decisión de la administración Lagos de permitir la instalación de la Planta de Celulosa Arauco en la puerta del estuario valdiviano. Un estuario sin un flujo de salida potente hacia el mar. Cualquiera al cabo de estos años se puede dar cuenta como el color de las aguas ha cambiado en el rio y los humedales, como ha perdido transparencia y ahora es de un espeso color marrón, cuando no hay sarro en forma de espuma bordeando las riberas.
Este hombre, Lagos, generalmente respetado aún por sus detractores, por su inteligencia y capacidad de decisión ¿Cómo pudo haberse equivocado tanto? En cambio a los pescadores de Mehuín la escasa información que tenían les basto para acertar en la defensa del entorno. La paradoja sólo puede sostenerse desde la inocencia.
Lo cierto es que el paisaje natural y urbano esta librado en última instancia a la suerte del mercado y sometido por tanto a una falta de racionalidad en su configuración. El estado, el municipio y las empresas pasan por alto el conocimiento de los especialistas: científicos, arquitectos, artistas, paisajistas y agricultores.
Los grupos ciudadanos, las juntas de vecinos, las asambleas comunales son el lugar para debatir y tomar decisiones sobre nuestro entorno inmediato. La acción ciudadana debe incrementarse en este sentido y articularse en redes mayores con contenido político.