Por Claudio Barrientos
Me toca transitar en metro por varias de las
estaciones de la Línea 1 que comenzaron a ser remozadas a partir del terremoto
del 2010 y compruebo que el color característico que les daba identidad en el
pasado ha desaparecido, siendo reemplazado por pintura o cerámica en tonos
grises o beige. Algo del antiguo estilo
permanece con las “caluguitas” de colores dispuestas en franjas horizontales a
lo largo de los muros, pero su efecto se pierde totalmente en la grisura y el
descoloramiento general. Ha sido un paso atrás evidente en un espacio urbano
que aportaba dinamismo a un paisaje cerrado gracias a las combinaciones
cromáticas, los contrastes, las texturas y las formas.
¿En qué habrán estado
pensando los genios decoradores que presentaron semejante proyecto? ¿Y que
podríamos decir del jurado que los seleccionó? ¿Porqué se suprimieron los verde-azules
de Estación Alcántara y quedó un “gris ratón” (aunque brillante) prácticamente
igual al de estación El Golf?; ¿Por qué hicieron desaparecer los café, azul y
blanco de Los Leones? ¿Acaso es más llamativo el gris ramplón y parejo que
ahora tiene la estación Manuel Montt que las atrevidas combinaciones de placas
en rojas, azules, blancas y naranja que
aportaba el antiguo decorado? Escuela Militar no era un arco iris precisamente,
pero había cierto dinamismo entre el color crema de sus murallas combinándose
con franjas metálicas aceradas y negras; ahora va también por las mismas.
No
hace falta ser muy listo para darse cuenta que tal vez los promotores de esta
idea pretendan aportarle color y luz a las estaciones a través del avisaje publicitario. Una mala solución que
al parecer pretende, al igual que en otros ámbitos, dejarle al mercado llenar el
vacío de inventiva y de audacia que muestran algunos “talentos creativos”.