sábado, 6 de septiembre de 2008

Caballeros románticos*



El poeta dadaísta alemán Hugo Ball (1886-1927), fundador junto con Tzara del mítico Cabaret Voltaire en Zúrich y autor de La huida del tiempo (Acantilado), fue un gran amigo de Hermann Hesse, además de un ferviente admirador de sus obras; de ahí que escribiese este libro cariñoso y casi hagiográfico, la primera biografía conocida del autor de Siddharta.

Hermann Hesse contaba 50 años en 1927 cuando Ball lo publicó; éste fallecería ese mismo año mientras que Hesse vivió hasta 1962. Sólo siete años duró su amistad, los suficientes como para darse cuenta de que compartían mundos particulares.


Los dos artistas creían ante todo en la fértil imbricación de personalidad, arte y vida, así como en el fortalecimiento espiritual de la Humanidad mediante la universalización de la paz, la sabiduría y la bondad; por ello ambos se trataron mutuamente de "caballeros del espíritu" y profesaron un pacifismo a ultranza durante la Gran Guerra europea, razón por la cual, lo mismo que a Stefan Zweig y Romain Rolland -otros compañeros espirituales-, la opinión pública los tachara de "antipatriotas".

Con una prosa clara que a veces se torna poética y abstracta, Ball presta más atención al panorama interior del alma de su amigo que a los avatares externos de su vida: los abortados estudios de teología, el trabajo de librero en Tubinga y Basilea, las desventuradas estancias en centros educativos o sus tres breves matrimonios, sus hijos y sus viajes.
A Ball le fascina la fuerte personalidad del muchacho que ya a los 13 años afirmó que "o sería escritor o no sería nada en absoluto", y a quien él califica de "último caballero de la estirpe esplendorosa del romanticismo", situándolo en la estela de Jean Paul, Goethe, Schopenhauer y Nietzsche cual gran prosista de las letras germanas.

Ball es un artista que intenta introducirse y comprender el arte de otro artista parejo, de un músico y un pintor cuya herramienta básica es la palabra; de ahí que elogie los rasgos idiosincrásicos y geniales observados en su amigo, tales como su evidente narcisismo -motor de su producción artística- o su obsesión por el conocimiento de sí mismo, factores implícitos en las obras de las que se ocupa Ball: Peter Camenzind, En el balneario, Demian, Siddharta o El lobo estepario, sin olvidar los numerosos poemas de Hesse. El lector que quiera un ensayo de aproximación al universo espiritual del Premio Nobel alemán y respirar el hálito casi religioso del que surgieron sus creaciones artísticas hallará en el libro de Ball un certero guía.
* Babelia, El País. 6.9.08