Lo que ya se sabe (las críticas):
- Se puso al metro como eje del transporte público a partir del cual se debían ordenar los recorridos. Teóricamente bien pensado, pero para una red de metro mucho más desarrollada y extendida que la de Santiago. Al suprimir recorridos que llevaban años funcionando, toda la gente copó el metro, haciéndolo colapsar y deteriorando la comodidad y la fluidez de su servicio.
- Se diseñó una malla de recorridos nueva, al parecer desde los escritorios. Por caótico que fuera el sistema antiguo, la malla anterior era fruto de un largo proceso de aciertos, errores y ajustes que recogía las necesidades de las personas. La presidenta Bachelet echó a andar el nuevo sistema de transporte junto con su propuesta de gobierno ciudadano ¿no hubiera sido ésa una buena oportunidad para que la gente, a través de las juntas de vecinos y de los municipios tuvieran voz y voto en el diseño de esos recorridos, recomponiendo de paso, las alicaídas organizaciones de base representativas de la gente? En la nueva malla hubo sectores que quedaron absolutamente desprovistos de locomoción.
- No hubo prueba ni plan piloto para ver qué funcionaba bien o mal. Si el sistema era exitoso en cierto sector, ese ejemplo podía copiarse o mejorarse en otro. Si fallaba, el perjuicio era limitado y relativamente fácil de modificar y no comprometía al sistema completo. Se optó por hacer todo de golpe.
- Disminuyó abruptamente el número de buses, disminuyendo proporcionalmente la frecuencia del paso de las máquinas por los paraderos, aumentando los tiempos de espera de las personas
- No funcionó el sistema de gestión de flota que ordena el Nº de máquinas en circulación, provocándose exceso de ellas en ciertos puntos del recorrido y carencia absoluta en otros, lo que además irregularizó los tiempos de espera, con la consiguiente molestia para los usuarios (el problema se mantiene hasta hoy).
- Se firmaron contratos con los operadores de buses en que se les pagaba por kilómetros recorridos, más que por pasajero transportado y/o máquinas en circulación. Como consecuencia, a partir de cierta hora las máquinas desaparecían y la gente se quedaba sin locomoción.
- No se construyeron vías exclusivas para los buses y los casos que se intentó, los automovilistas reclamaron airadamente (a pesar que enormes recursos se han invertido para construir modernas autopistas de alta velocidad) disputándole los espacios al transporte público.
- Se puso al metro como eje del transporte público a partir del cual se debían ordenar los recorridos. Teóricamente bien pensado, pero para una red de metro mucho más desarrollada y extendida que la de Santiago. Al suprimir recorridos que llevaban años funcionando, toda la gente copó el metro, haciéndolo colapsar y deteriorando la comodidad y la fluidez de su servicio.
- Se diseñó una malla de recorridos nueva, al parecer desde los escritorios. Por caótico que fuera el sistema antiguo, la malla anterior era fruto de un largo proceso de aciertos, errores y ajustes que recogía las necesidades de las personas. La presidenta Bachelet echó a andar el nuevo sistema de transporte junto con su propuesta de gobierno ciudadano ¿no hubiera sido ésa una buena oportunidad para que la gente, a través de las juntas de vecinos y de los municipios tuvieran voz y voto en el diseño de esos recorridos, recomponiendo de paso, las alicaídas organizaciones de base representativas de la gente? En la nueva malla hubo sectores que quedaron absolutamente desprovistos de locomoción.
- No hubo prueba ni plan piloto para ver qué funcionaba bien o mal. Si el sistema era exitoso en cierto sector, ese ejemplo podía copiarse o mejorarse en otro. Si fallaba, el perjuicio era limitado y relativamente fácil de modificar y no comprometía al sistema completo. Se optó por hacer todo de golpe.
- Disminuyó abruptamente el número de buses, disminuyendo proporcionalmente la frecuencia del paso de las máquinas por los paraderos, aumentando los tiempos de espera de las personas
- No funcionó el sistema de gestión de flota que ordena el Nº de máquinas en circulación, provocándose exceso de ellas en ciertos puntos del recorrido y carencia absoluta en otros, lo que además irregularizó los tiempos de espera, con la consiguiente molestia para los usuarios (el problema se mantiene hasta hoy).
- Se firmaron contratos con los operadores de buses en que se les pagaba por kilómetros recorridos, más que por pasajero transportado y/o máquinas en circulación. Como consecuencia, a partir de cierta hora las máquinas desaparecían y la gente se quedaba sin locomoción.
- No se construyeron vías exclusivas para los buses y los casos que se intentó, los automovilistas reclamaron airadamente (a pesar que enormes recursos se han invertido para construir modernas autopistas de alta velocidad) disputándole los espacios al transporte público.
Kronos